El festival de Woodstock 1969 es uno de los momentos claves en la cultura de la humanidad. Por si no lo sabías, ya te lo acabo de decir yo. Y sí, me refiero al de ese año y no al de 1994 porque… venga… ¿en serio?… Eso fue una paparrucha comparado con la efervescencia, la energía y el momento histórico que se vivió del 15 al 18 de agosto en una granja de Bethel, a unos 64 km del pueblo de Woodstock. Y lo digo sabiendo que en el 94 atuaron desde RHCP a Metallica o NIN. Pero no, el mismo espíritu no se consiguió.
Este año se cumple el 50º aniversario de uno de los más grandes festivales que el ser humano haya podido disfrutar. El festival con mayúsculas, con algunos de puto-mejores artistas del siglo XXI que, en algunos casos, te sobran dedos de las manos para contar su discografía estando en activo. Y aún así, son considerados dioses musicales. A día de hoy, no hay nadie, NADIE, que desbanque a Hendrix* a la guitarra y tan sólo publicó 4 díscos en vida (3 de estudio, 1 en vivo). El resto, hasta llegar a un total de 14, son todos póstumos.
Tal cual, fue en una granja, porque el pueblo dijo que nanai. Así que unas 400 mil personas se arrejuntaron en las 240 hectáreas de la granja a disfrutar de algunas de las actuaciones más alucinantes que se hayan producido en la música contemporánea. Me río yo de la burbuja de festivales que hay ahora donde los carteles cada vez dejan más que desear, las entradas son cada vez más caras y el máximo reclamo es hacerte infinitos selfies delante de una noria. #WTF
¿Sabéis cuánto costaban las entradas para este festivalazo? 6,5$ el abono de 1 día y 18$ para los tres días. FLÍ-PA-LO. Gente que vio a Jimi Hendrix, Janis Joplín, Carlos Santana o Joe Cocker por una miseria. ¡Incluso en esa época!.
Pero soy consciente de que eso fue algo como “improvisado”. Allí sólo se dedicaron a coordinar a artistazos y no se esperaban la movilización de gente que se montó. Porque alrededor de 100 mil personas pudieron asistir sin problemas y sin pagar entrada. Cuando el evento estaba pensado para unas 60 mil personas. ¿O os pensáis que las medidas de seguridad y controles de acceso eran como las de ahora?
32 actuaciones, espíritu hippie, armonía, felicidad, musicaza, comunidad, amor libre… pero también drogas, barro, enfermedades venéreas y ese sentimiento de hermandad que no iba a durar para siempre. Porque los hippies eran maravillosos en esencia y su idealismo era una buena idea, hasta que la realidad les dio una patada voladora y los devolvió al mundo en el que de verdad vivían.
Entendedles, venían de esas apariencias puritanas de los 50, que no se habían recuperado de la II Guerra Mundial y ya se habían metido en la de Corea y luego Vietnam. Las normas sociales tan rígidas y tan impuestas, ese capitalismo feroz e implacable… Todo eso convergió en una explosión de luz, color y sonido, de vestimentas sin normas, de pelos largos, de barbas descuidadas, de quemar sujetadores asfixiantes y donde películas, libros y música eran alabanzas a “papá a currar, mamá en casa pariendo niños, casa, jardín”. El círculo vicioso de la vida.
El festival de Woodstock 1969 fue la confirmación de esa corriente de libertad que se estaba ya gestando a principios de los 60 y que, aleluya, continuó durante toda la década de los 70. Hasta su total decadencia y, esa patada voladora que os comentaba, en los 80 (década totalmente sobrevalorada, desde mi punto de vista).
Os comento: Woodstock se conoce como EL FESTIVAL por excelencia, el germen de la locura festivalera, pero en realidad, – PLOT TWIST – no lo es tanto. Toda la gente que estuvo allí fue porque no querían perderse lo que, un par de años antes, se considera el verdadero padre de todos los festivales que marcó el inicio del Verano del Amor. Woodstock se concibió como “la segunda parte de”. El festival de Monterey, celebrado del 16 al 18 de junio de 1967, fue, en realidad, el primer macro-festivalaco. Y donde, por ejemplo:
En fin, que podría estar aquí contándoos movidas del festival de Monterey pero yo he venido aquí a hablaros del de Woodstock. Algunas anécdotas:
Y bueno, ya sé que me he emocionado contándoos todas estas movidas que tanto me fascinan. Si no me sigues, no tendrás ni idea de que la música es mi otra pasión. Pero todo tiene un porqué. Como no hay evento que se precie sin tener un mínimo de diseño, efectivamente, hubo cartel. Uno que ahora es uno de los más icónicos dentro de la historia del diseño y la cultura de los festivales. Pero no fue el original. Fue este:
Ya que los habitantes de Woodstock no querían mezclarse con melenudos creyentes en el amor libre, drogadictos y a saber qué más, hubo que cambiar la localización del festival. A la granja de Bethel, exacto. Así que el mensaje tenía que ser algo así como “eh, relajaos un poco, que sólo es una feria de arte, paz y música y ya tal”. El segundo, y el que conocemos por oficial, fue creado por Arnold Skolnick, un publicista de Madison Avenue. Así que no fueron a por ningún mindundi. Buscaban la solución para anunciar un festival que se había movido de sitio.
Una de las máximas de Skonick es:
The solution is the problem.
Arnold Skolnick
Le contrataron un jueves y el lunes por la mañana entregó el trabajo. Así se las gastó este señor y esto es lo que envió.
Ninguno de los artistas tiene su nombre como destacado, con lo cual, para apaciguar a los muy alarmados woodstoquianos que se olían las hordas de perroflautas. Lo que se transmite es que iba a ser una sencilla feria de arte, con un poquitín de música por aquí y por allá. Y paz, mucha paz. Chimpún.
Es un cartel tan sencillo como emblemático. Colores saturados, básicos, prácticamente manchas que juntas representan formas reconocibles. Que sí, que mucha paz y lo que quisieran, pero ni idea tenían de lo que se les vino encima.
Los organizadores querían un rollito hippie donde una paloma fuera la representación de la paz y una guitarra para darle ese rollo musical, probablemente de cantautor lánguido y protestón que tanto se llevaba. Lo que no sabían es que el pájaro que sale ahí no es una paloma, si no un maullador gris. Que es un pájaro cuyo sonido se parece al maullido de un gato. ¿Y por qué este pájaro y no otro? Pues porque es el que rondaba por donde estaba pasando el fin de semana Skolnick en Long Island. Así que lo pintó de blanco y listo. Si os fijáis, las patas son más largas que las de una paloma.
Si es que en realidad no tiene mucho misterio. Es una pieza extremadamente simple. Me chirrían los espacios de seguridad del listado de artistas y el resto de texto en negro pero básicamente me parece una buena composción y que sigue el estilo de la época. Para mí esto podría ser mix de inspiración entre Saul Bass y mi adorado Paul Rand. Me parece un ejercicio de simplicidad muy chulo y muy característico de la década de los 60. Sobre todo teniendo en cuenta la psicodelia y el kitsch que se avecinaba en los 70.
Por este trabajo, el cartel para uno de los más grandes festivales musicales de la historia, Woodstock 1969, Skolnick cobró 15$. Y según él:
The Woodstock poster has not changed my life or had any real effect on my career. It was just another design solution that became famous
Arnold Skolnick
Como veis, le impresionó un pimiento la repercusión del festival y que su cartel sea uno de los más reproducidos de la historia. Para él sólo ha sido un trabajo más que ni le va ni le viene, pero por el que podría haber cobrado millones si se hubieran gestionado mejor los derechos de autor. Y ya veríamos si opinaría lo mismo si se hubiera dado el caso.
Además, en las pocas entrevistas que he podido encontrar con este señor, la verdad es que pareciera incluso como que le molesta que le pregunten siempre por lo mismo. Él se ha dedicado más a los libros, por los que ha recibidos numerosos premios y reconocimientos. Sin contar con que también es pintor y ha hecho varias exposiciones. Debe ser una paliza que solo te pregunten por un cartel que hiciste para un evento que ni te interesaba. Lo entiendo, pero como fan de esa época, formar parte de ese momento de la historia y por algo de lo que soy tan, tan, tan tan fan… Alucino muy fuerte.
Basándome en el cartel, yo he hecho una postalita que cualquier hippie podría haber enviado para dar envidia. Como los que ahora van con la muñeca llena de pulseritas. Mira, de verdad…
Efectivamente, he usado el cartel como excusa para hablar de uno de los festivales más memorables de nuestra historia reciente. Bueno, de dos de los festivales que son los orígenes de los que conocemos ahora. Lo sé y me encanta. Y me parece que ha sido una gran idea 🙂
Pero no voy a acabar este post sin recomendaros este documental sobre Woodstcok 1969 (con subtítulos). Ni mucho menos voy a olvidarme de dejaros la famosa versión del Star-spangled banner de Jimi Hendrix, tocado con su Fender Stratocaster encordada para zurdos, a las 9 de la mañana de un lunes, cuando todo el mundo se iba y después de 3 días de sexo, drogas y rock and roll. Cas 3 horazas de concierto se marcó el tipo.
Y no, no se le fue la olla. Tocó el himno y, por medio, reprodujo sonidos que simulaban tiros, bombas, gritos. Esa fue su protesta por la guerra de Vietnam. Podría ir muy puesto de lo que fuera, pero la cabeza la tenía muy en su sitio.
Pues nada, ahora sí, este post sobre Woodstock 1969 se acabó. Más largo de lo habitual, pero este mes no voy a publicar mucho, así que me lo he currado un poco más. No sé vosotros, pero yo he disfrutado miles escribiéndolo.
Si os ha gustado este post, no os cortéis en echar un vistazo al resto de mis paranonias mi blog, que para eso está. Por supuesto, que me sigáis en instagram y os suscribáis a mi newsletter ya sería la repera limonera.
Bueno, bueno, y si ya os molo tanto que queréis cotillear en mis tiendas… ¿Quién sabe? A lo mejor os enamoráis de alguna cosita 😉 REDBUBBLE – SOCIETY6 – THREADLESS
*Sí, lo voy a nombrar varias veces a lo largo de este post, porque es el puto amo, adoro su música para mí fue uno de los reyes indiscutibles del festival.